El acceso al paseo no presenta especiales dificultades y es fácil de localizar visualmente. Se encuentra al norte de Llanes, donde se puede llegar bien rodeando el casco histórico por su izquierda o bordeando el pueblo por su puerto pesquero hasta llegar a la playa del Sablón. Desde allí, unas escaleras ascienden hasta el paseo en sí. Si se prefiere acceder desde una parte más llana, se puede hacer desde la avenida que lleva el mismo nombre, el de San Pedro.
Una vez arriba, las vistas no dejan indiferente a nadie. Una cantidad de elementos arquitectónicos y naturales hacen de este mirador uno de los más bellos del Cantábrico. Hacia el norte se divisa buena parte de la abrupta costa de esta porción de mar asturiano, concretamente desde el castro de Póo hasta la punta de Suances si el día está despejado.
Si se cambia de lado tierra adentro, el espectáculo es todavía más fascinante. En primer término, se asoma la muralla de la ciudad medieval, con su característico torreón y las iglesias más importantes. A un lado, el pequeño puerto pesquero de la villa marinera y una peculiar perspectiva de Los cubos de la memoria, la obra en la que Agustín Ibarrola plasmó su concepto del arte sobre las piedras del malecón.
Más allá, inmediatamente detrás de las casas, la imponente sierra de Cuera parece estar a dos pasos del mar ofreciendo una estampa vertical con sus cimas de casi 2.000 metros a pocos kilómetros de la costa. Tras ella, si el tiempo lo permite, los Picos de Europa se asoman para coronar las vistas. De hecho algunos marineros seguían guiándose por el Naranjo de Bulnes (2.519 m y a 12 kilómetros de Llanes) para llegar a puerto. Todo ello hace que mar y montaña estén más cerca que en ningún otro punto de España.
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